sábado, 4 de mayo de 2019

Conocerte a ti mismo.


En busca de mi yo.
¿A quién pensáis que encontraré? 
A mi yo sin ninguna duda. 
Para quienes tienen duda todavía, piensen unos segundos más. 
Recuerden todas las formas descritas en la historia de la humanidad, nuestra historia, sobre el yo. 
No son tantas, en realidad solo cuatro, o no encuentro a mi yo y encuentro a mi yo, son dos. 
Si encuentro a mi yo, sucederá una de dos cosas, y si no encuentro a mi yo, sucederá también una de dos cosas. Dos y dos son cuatro.

Gracias a los segundos de espera, y al numero cuatro, he recordado a Paul Dirac y la matriz que lleva su nombre, ¿la conocen? 
Parece ser que el numero dos solo son opuestos, uno y uno, a y b, nunca son iguales.
Para confirmarlo, se desdoblaron los opuestos a y b, creando cuatro elementos, y se formuló lo siguiente: a+b = b+a (naturalmente siguiendo un objetivo científico)

Efectivamente a+b no es igual a b+a, concluyeron los resultados. 
Y se obtuvo la idea de que la diferencia entre a y b radicaba en su valor, como son matemáticas este valor se define con los signos positivo y negativo. 
Asi, cuando a+b sea uno positivo(1+), b+a será uno negativo(1-); y si a+b es uno negativo (1-), b+a será uno positivo(1+).

No aburriré con matemáticas, el señor Dirac concluyó éstas con la matriz que lleva su nombre, la matriz mágica de Paul Dirac conlleva en su interior cuatro elementos, y si preguntan por cada uno de ellos nadie los conoce, más, si averigua uno averigua los demás.

Piensa, si encuentras a tu yo será porque existan dos “yo”, uno que observa y otro es observado.
Piensa, si no encuentras a tu yo, o bien no existe, o eres tú ese yo, quien busca.
Piensa, en el primer caso encontrarás a tu yo y seguirás sin saber todavía si eres el observador o el observado.
Piensa, en el segundo caso, si no encuentras a tu yo seguirías sin la certeza, pues, aunque declines por el yo buscador, seguiría siendo un buscador.

Parece ser que la solución pasa por aceptar un yo natural, como existente y no existente a la vez.
Se afirma su existencia y se niega que exista por si misma porque depende de causas y condiciones.

Resolver el debate sobre el yo en papel parece tarea complicada, por no decir imposible, ¿para que escribir tanto si ya se hubiese escrito alguna vez?, valdría con la repetición.


 

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